Dado que nos parece interesante en sus contenidos, os recomendamos la lectura de la memoria de actividad 2015-2016 de Mercociudades. A continuación, publicamos íntegramente la introducción a dicho documento, dado que pone en valor el papel de los gobiernos locales en la consecución de los ODS 2030 y de mayores cotas de igualdad, especialmente en América Latina.
El contexto mundial actual es un escenario convulsionado en lo económico, lo social, lo político, lo medioambiental y lo cultural, donde parece evidenciarse un proceso de reestructuración del sistema internacional. A ocho años desde la última crisis económica mundial, la mayoría de las economías apenas han recuperado el nivel que tenían en 2007. Las consecuencias de ello golpean directamente sobre los sectores más vulnerables de las sociedades.
La profundización de los conflictos armados en regiones como Medio Oriente, complejizados por la multiplicidad de factores que los alimentan, religión, cultura, política, intereses económicos, no parece encontrar al menos en el corto y mediano plazo una vía clara de acción que permita avanzar en la solución del problema. Mientras tanto la sociedad civil continúa pagando el más alto precio.
Por su parte, la expansión del terrorismo en su nueva fase de acción global (con sus nue- vas modalidades), demuestra la fragilidad del sistema internacional y de los Estados nacio- nales para contrarrestar un fenómeno que día a día se consolida como un problema de orden mundial, que golpea de manera despiadada, no solo en aquellos territorios que históricamente padecieron el grueso de los ataques perpetrados por las distintas orga- nizaciones terroristas, sino que se expande a otras regiones.
Frente al escenario descripto anteriormente, se observa como consecuencia directa la emergencia humanitaria que en mayor o menor escala se reproduce sobre las áreas más vulnerables del globo. La crisis migratoria, producto de la inestabilidad política, el terrorismo, la guerra civil, amenazan directamente la vida y representan hoy un problema que interpela directamente a todos los actores internacionales, Estados y Organismos, que no han logrado aún dar respuesta a este drama actual de nuestra sociedades.
El resurgimiento de los nacionalismos extremos, identificados con un discurso xenófobo y racista en muchos casos dentro de los distintos sistemas políticos, particularmente el europeo, pueden interpretarse como una consecuencia directa de los puntos señalados con anterioridad. Esto dificulta aún más el papel de la política como herramienta efectiva frente a la búsqueda de soluciones.
En el aspecto medioambiental comienzan a divisarse consensos respecto a la fragilidad y la urgencia del tema, evidencia de ello es la firma de varios acuerdos de carácter global que definen líneas de acción basadas en el entendimiento y el compromiso de los actores involucrados. Prueba de ello es la firma del Acuerdo de París, documento resultante de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático 2015 (COP 21). Sin embargo las proyecciones en el corto y mediano plazo continúan siendo negativas en cuanto a la capacidad real de acción que los distintos actores puedan llegar a concretar.
América Latina no resulta ajena a estas dificultades. La región mas urbanizada, donde casi el 80% de su población vive en las ciudades, es a su vez la región más desigual del planeta. En este sentido, los desafíos a enfrentar son estructurales: escasa productividad y una infraestructura deficiente, falta de acceso y baja calidad de los servicios de educación y salud, problemáticas de género y discriminación, y las consecuencias del cambio climático. Elementos que repercuten fundamentalmente en los sectores más pobres de la sociedad.
Frente a ese escenario heterogéneo cultural y socialmente, pero a su vez caracterizado por compartir en toda su dimensión territorial desafíos comunes en materia de infraestructura, urbanización, medio ambiente, accesibilidad y derechos, es donde el papel activo de los gobiernos locales surge como un elemento necesario para la planificación, el diseño y la ejecución de políticas sociales orientadas al desarrollo inclusivo y sustentable.
La realidad actual ubica a las ciudades como el escenario central donde se proyectan directamente las consecuencias positivas y negativas. En ese sentido el accionar de los gobiernos locales debe apuntar a la participación activa dentro de los espacios dónde se diseñan y de nen las políticas y los acuerdos de acción tanto regionales, como globales.
Las distintas modalidades de cooperación y de redes de gobiernos locales han logrado posicionar a estos último en las diversas mesas de negociación internacional. La horizontalidad, la transversalidad, la complementariedad y el espíritu cooperativo que caracteriza la relación entre gobiernos subnacionales, resulta ser un activo por demás valioso para el posicionamiento estratégico de las ciudades en el plano global. Y su incorporación en el proceso de discusión y diseño de los ODS, evidenciado concretamente en el objetivo número 11, demuestra el consenso alcanzado sobre la importancia de las ciudades como motores de un desarrollo sostenible por parte de la comunidad internacional, que será sustancial para el avance de la Agenda 2030.
Así mismo, la presencia activa de los gobiernos regionales y locales en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible, HABITAT III, señala la importancia del abordaje a escala global, regional y local, de los desafíos presentes. Conceptos como el de “Derecho a la Ciudad” se tornan en imperativos que los gobiernos locales deberán incorporar cada vez más en sus agendas programáticas.
Fuente: Mercociudades
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